Disparatada obra de artes marciales y acción con muertos vivientes y monjes filipinos enfrentándose a gringos peleadores en este despampanante largometraje de principios de los ochenta. Una película que realmente merecía cierto reconocimiento por ser una de las más lisérgicas experiencias, repleta de sorpresas y pudiendo fusionar diversos elementos llamativos del cine de explotación o de género de su época con encanto inigualable.
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