domingo, 29 de octubre de 2023

Demonic Toys: Serie de Baby Oopsie y Jack Attack ¿Mantienen el espíritu de Full Moon?


Tal vez muchos ya lo han inferido, pero la casa productora Full Moon ha explotado sus propiedades más famosas desde hace algunos años, siendo Demonic Toys la franquicia que han intentado revivir en estos últimos tiempos. Así que Charles Band contrató al director y actor William Butler, debido a que le agrada su particular sensibilidad artística, para encargarse de las nuevas producciones, él anteriormente había encabezado proyectos como dos secuelas de dulce macabro (Gingerdead Man 2 y 3) y Demonic Toys 2: Personal Demons (2010).

William Butler.

La primera de esta nueva serie, Baby Oopsie (2021), fue una agraciada y sólida adición al terror raro actual, buscando transgredir en varios sentidos el estado del terror moderno con una cinta camp sinvergüenza. 

En el 2022 se estrenó en su plataforma una serie secuela que nos presentaba más aventuras de nuestra protagonista, Sybil, la coleccionista de muñecas, y su fiel compañero, combatiendo las fuerzas del mal en forma de inocentes juguetes asesinos.

Para este punto, toda esa cursilería y extravagancia chusca pseudo-casposa fue estirada tanto que ahora ha quedado guanga, su tono divertido es neutralizado por una trama alargada y sin interés dramático, a diferencia de la historia más personal conducida por la protagonista de la primera, aquí todo está tan disperso y desarticulado que parece aleatorio, lo que podría jugar a su favor o en contra. 

Una serie simplemente irregular, pero algo chistosa y ocasionalmente satisfactoria en sus diversiones convencionales del terror, como en sus eficaces muertes y sus bien logrados efectos especiales.

No obstante, el estandarte más sólido no llegaría hasta 2023 con Demonic Toys: Jack Attack, la cual trata sobre una tímida y muda adolescente llegando a su nueva casa después de quedar perturbada por un violento evento que la traumatizó, recibiendo por correo el infame Jack in the Box de Demonic Toys. Estamos ante un spin off tanto de la serie pasada, como de las películas clásicas que todos conocemos, era inevitable que Jack tuviera su propia película, considerando su popularidad entre los fans. 


Sigue muy en línea con el estilo planteado en la primera entrada actual que Butler introdujo a la saga, esta estética digital con ciertos toques artificiosos y efectos de calidad artesanal bien implementados pero finalmente baratos, intentando capturar el camp más cursi y extravagante de David DeCoteau, mientras que al mismo tiempo estructurando la película con las tramas trilladas pero con potencial del Full Moon noventero de antaño, resultando en una delirante experiencia esquizofrénica que curiosamente satisface por ambos lados. 

Para este punto, a Butler se le acabaron los personajes en los que estaba interesado, así que confeccionó una historia superficial y esquelética, siendo esta la clave de su funcionalidad, pues a diferencia del mal terror trillado se va por el camino de la buena fórmula reconocible, en Jack Attack esta explotada trama familiar es un curioso sketch burdo, usado como excusa para presentar sobre él sus deschavetadas secuencias de horror cutre.

Dentro de sus virtudes encontramos divertidas y grotescas muertes de ejecución dinámica, además de constante acción de muñecos que te mantiene enganchado, incluso durante su insulso y plano drama, el cual es de poco o nulo interés para el director. 

Los pequeños guiños autoconscientes, ciertos chistes paródicos, como las fáciles burlas a las redes sociales e influencers, así como una edición apresurada por la falta de ambición de sus realizadores, la pueden volver desconcertante para el público general pues está totalmente desconectada con la sensibilidad de producto procesado que nos ha impuesto el cine mainstream, apostando por una grata experiencia sin las pretensiones vacías del cine mediocre. 

Su ágil y acelerado ritmo, ayudado por una miserable duración de cincuenta minutos, obligó al cineasta a economizar todos los aspectos posibles desde su pusilánime historia hasta sus crudas visuales y desarticulada edición, cualquier convención tradicional no toma ni la más mínima importancia a la hora de realizar estos trabajos de poca monta, optando por descuidar las bases del entretenimiento comercial esperado, es cautivante por ser una desinteresada aproximación al cine oficialista, es el tipo de serie B que logra lo increíble apartando las distracciones típicas. 

Después de todo, ese puede ser en resumidas cuentas lo seductivo de la serie B, estas producciones industriales rápidas que nos muestran todos los lados del cine, desde lo más comercial hasta su inexplicable atractivo artístico para nada conformista. 

Hoy en día, Full Moon trabaja de manera reminiscente a una casa productora de serie B verdadera, de los treintas y cuarentas, en la época donde los estudios grandes producían estas cintas de manera barata y rápida, lo que suponía una especie de entrenamiento formal que agilizaba las habilidades de sus realizadores algo que no se ve mucho hoy en día, la diferencia es que aquí tenemos a otro ejemplo de veteranos manteniéndose vivos en una industria cambiante con un modelo nuevo de realización, así como de distribución, lo que los está obligando a experimentar y reinventarse, aunque tomando como influencia las antiguas prácticas clásicas. 

Estas secuelas y nuevas adiciones al catálogo de la compañía pueden no ser necesariamente lo que muchos esperaban, pero se mantienen destacables debido a que fundamentalmente están bien encaminadas hacia un cine lúdico e imaginativo, lo que ha mantenido a Charles Band y a su gente siempre fascinantes.


Ejemplos de producciones modernas de Full Moon por cineastas veteranos.

El futuro de esta admirada compañía es incierto pero potencialmente rico, las ideas abundan y el desgraciado jefe a la cabeza siempre tiene proyectos en mente. Espero con ansias más de ellos, ya que, como el cine de serie B, Full Moon nunca morirá.

Versión en video de la entrada. 

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